martes, 7 de junio de 2022

La hora de romper las cadenas.-

 


A pesar del transcurso de los, practicamente 40 años de democracia ininterrumpida en nuestro país, todavía seguimos empantanados por la intriga y la conspiración de internas políticas y palaciegas por el enorme poder (y dinero) que le otorga a aquellos quienes acceden a la primera magistratura de un país como la Argentina. 

La escasez de dólares ya amenaza el normal aprovisionamiento de medicamentos en el territorio nacional, por mencionar uno de los extremos gravísimos por los que está comenzando a atravesar la población, pero el poder continúa en su lucha sin cuartel por mantener su quinta, cueste lo que cueste, caiga quien tenga que caer y sufra quien tenga que sufrir, allá arriba y lejos de las necesidades y carencias de los trabajadores que ven como rinde cada vez menos el fruto de su esfuerzo, donde los jubilados y sus magros haberes los sumerge en situaciones preocupantes, empujándolos al abismo, ahí están ellos, los dirigentes, hablando de pueblo, de distribución de la riqueza, de igualdad de oportunidades, todas realidades que seguramente forman parte de su imaginario colectivo porque la realidad supera todo discurso grandilocuente.

Todo esto no sería posible sin un periodismo complaciente, cómplice y hasta partícipe del hundimiento de una gran nación, como supo ser la Argentina, pero el juicio también está cayendo y caerá sobre ellos, como responsables del fin de una etapa que puede poner en riesgo la continuidad de un país en su integridad, tal y como lo conocemos desde su independencia, porque le han encontrado el precio a las ambiciones desmedidas de un grupo que supo apropiarse de las instituciones de la República con el único propósito de su beneficio personal y de su núcleo familiar. 

Ha llegado la hora de romper las cadenas que atan a la ciudadanía a esas viejas estructuras que no permiten el desarrollo de la sociedad y su realización plena. Llegó la hora de rendir cuentas sobre que han hecho durante estas casi cuatro décadas de democracia, ya no hay dictaduras fraticidas a quien culpar, ya no hay dictadores a quienes usar de excusa, hoy son ustedes señores y señoras del poder, que han usufructuado del mismo en forma obscena y repulsiva hasta el hartazgo.

Ahora la palabra la tiene verdaderamente el ciudadano, que hará con esa palabra?, vivimos horas cruciales en el país, de cada uno depende que será del futuro de esta gran nación, estar atentos para no permitir la disgregación ni la cesesión es lo que impone el momento, es de esperar que la ciudadanía ésta vez esté a la altura.-

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