martes, 8 de diciembre de 2020

Es necesario ordenar las cuentas


Los eternos perjudicados del sistema

Por Lic. Humberto Ronston

En numerosas oportunidades se hace mención a la necesidad de ser solidarios con los más necesitados, que se debe ser inclusivos y proteger a quienes no tienen acceso a los recursos más elementales, aunque la mayoría de las veces quienes pregonan esas diatribas no esbocen el más mínimo atisbo de solidaridad o de consideración por los demás.

A lo largo de todas estas décadas de la reciente democracia hemos asistido a numerosos discursos donde se pontifica cual debe ser la conducta social, siempre para los demás, jamás para quien los pronuncia.

Resulta que luego de tantos años de actuar en libertad y ya no haber más responsables que los propios dirigentes, nos encontramos con que ellos mismos se olvidan sus palabras y nos recuerdan que es muy pesado y oneroso sostener a los jubilados debido a la extensión en la expectativa de vida de los mismos, justamente a ellos, quienes han sostenido un sistema de aportes de los cuales se ha utilizado dinero para programas y planes tan disímiles como el Conectar Igualdad, el Procrear, el Procreauto, planes sociales, subsidios por embarazo, subsidios por desocupación, complemento por fin de año de los planes sociales, todo bajo el argumento de que debemos ser solidarios, solidarios con gente que, en promedio tiene 20 o 25 años de edad, ninguna discapacidad y toda la potencialidad para generar sus propios ingresos (algo que en algunos casos ocurre pero lo hacen sin la debida inscripción para no perder el subsidio).

Entonces surge la incógnita, ¿no debemos ser solidarios con quienes son, nada más y nada menos, quienes han aportado toda su vida para su jubilación y al final de su vida le decimos que no hay más dinero para pagarles un mejor haber pero si para financiar y pagar cuestiones que poco o nada tienen que ver con haberes previsionales? 

Sin lugar a dudas llegó el momento de tomar la decisión de ordenar las cuentas, establecer prioridades, aplicar el sentido común a las políticas de estado y encaminar la economía para su recuperación en base al trabajo y al reconocimiento de lo efectivamente aportado durante treinta años y en muchos casos hasta cuarenta años de aportes y quienes estén en edad de trabajar que lo hagan en lo que su capacitación les permita, para lo cual el Estado deberá instrumentar cursos, capacitaciones, etc que apunten a la promoción de la persona. Ello también debe ser acompañado de un severo control de los trabajadores que se encuentran en la informalidad y que rondan alrededor del 40% del universo trabajador. Pero los controles deberán estar a cargo del Estado, no de sindicatos ni instituciones intermedias.

Paulatinamente esto deberá ser acompañado de un recorte progresivo y ordenado de los subsidios a la clase activa y que DEBE trabajar sin ninguna excusa. Ello permitirá reconocer un mayor haber jubilatorio a los beneficiarios de las mismas y que la rueda de los aportes comience a girar de una buena vez.