Como si no tuviera suficiente incertidumbre el país, le suma un nuevo condimento como es la indefinición sobre quien resolverá lso destinos de la República a partir del próximo 10 de diciembre, debido a que la elección presidencial se resolverá en la segunda vuelta (ballotage) el próximo 19 de noviembre.
En este contexto se observa una ciudadanía que se encuentra desorientada, ansiosa, y como para variar decidida a no asumir su compromiso cívico definiendo su voto con resposabilidad. Por el contrario, y al igual que en otras oportunidades se puede apreciar un argentino promedio que hace gala de su "no pertenencia" al mundo de la política, contribuyendo de esa manera a la permanencia de la misma dirigencia de hace más de 50 años, que se disimula a través de nombres nuevos pero con los mismos padrinos. Mientras tanto el ciudadano promedio hace gala de su posición "apolítica" que tantas desgracias ha traído a la Argentina. Se colocan en un supuesto pedestal moral desde el que pontifican y/o condenan a quienes de alguna manera u otra han tratado de acercar su compromiso a la comunidad, con aciertos o errores, pero se han definido siempre por la participación.
Tal vez nos falten muchos errores más de la dirigencia tradicional para que la sociedad evolucione hacia un mayor compromiso y participación que hasta ahora es practicamente escaso o nulo. Lo lamentable de estas posturas es que le cuestan al país muchos jóvenes errantes y sin rumbo que no encuentran su lugar de realización, ni tampoco modelos o ejemplos en los cuales reflejarse.
Conservamos la esperanza de en algún momento se produzca la evolución y llegue el cambio tan necesario, mientras tanto se deberá continuar construyendo con quienes si se animan a poner cuerpo y alma a la causa y avanzar como se les permita en sus esfuerzos individuales en aportar su granito de arena, exponiendo sus nombres a los "jueces" que sentados en sus cómodos sillones domiciliarios hacen gala de su mediocridad cívica.
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