domingo, 3 de julio de 2022

El final de una crisis anunciada

 


Como parte de una profecía autocumplida el país se debate por estas horas ante una crisis que no reconoce antecedentes. Varios análisis vienen coincidiendo que las variables indican que el final no está muy lejos. Un final que sin dudas sumerge a la república en una larga y tormentosa noche que presagia un futuro turbulento y muy incierto.
Lejos de los agoreros que declaman que existen sectores sociales que esperan ansiosos el acontecimiento de esa noche oscura se encuentra el ciudadano de a pie que desea fervientemente convivir con un mínimo de previsibilidad para planificar su vida, su economía, sus proyectos y emprendimientos, algo de lo cual la dirigencia política se encuentra muy ausente, acostumbrada a los lujos y los privilegios a los que el pueblo los tiene acostumbrados merced a una carga impositiva insostenible pero sobre la cual se redobla la apuesta a pesar de los denodados pedidos de alivio fiscal.
Un alivio que nunca llega ya que la clase política se encuentra embuida en resolver sus jugosos negociados que mueven cientos de miles de millones a costa del emprobecimiento de la mayoría de las masas asalariadas, las cuales como una paradoja inexplicable, reniega de esa clase política que los subyuga pero a pesar de lo cual se golpea el pecho jactándose de su distancia de esos feudales que exprimen a más no poder a quien pone el hombro diariamente al sostenimiento del país y sobre los cuales no llega nunca un reconocimiento ni un alivio a su carga.
Este último fin de semana se ha caracterizado por la zozobra y la incertidumbre de quien ocuparía la cartera más importante del gobierno hasta que finalmente, luego del rechazo de muchos nombres de peso, recayó en una ignota economista que deberá continuar con las negociaciones internacionales sobre la deuda y resolver la severa crisis inflacionaria que asola la economía nacional.
Como si esto fuera poco, los máximos referentes del gobierno se encuentran con diálogo prácticamente interrumpido, que sólo se pudo dar al finalizar la tarde de este domingo 3 de julio merced al oficio de algunos acólitos más cercanos que vislumbraban un final trágico sino comenzaba la semana con una designación oficial frente al ministerio de economía, al punto que el nombre del reemplazo del saliente ministro Guzmán se anunció en un escueto mensaje a través de la red social Twitter, con la informalidad propia de la urgencia de la hora y la premura por brindar una imagen de institucionalidad que ya ni los más cercanos creen que exista.
Así las cosas nos encontramos los argentinos entre una familia que quiere asegurar su impunidad ante las numerosas causas que ensombrecen el futuro de la vicepresidente de la Nación, quien reacciona con antojadizo capricho de anteponer su situación personal por sobre la de millones de compatriotas que, desconcertados, observan como se escurren entre sus dedos los pocos o muchos recursos que han logrado obtener merced al trabajo y esfuerzo de muchos años, cuando no de toda una vida. Podrá alguien poner fin a este desquicio? Podrá alguien dejar de atizar las brazas que peligran llevar el país a una situación sin retorno, dejándolo al borde de la disgregación definitiva?
Seguimos expectantes las vicisitudes de una dirigencia política que actúa con un egocentrismo jamás visto, tanto desde el oficialismo como de la oposición que, silenciosamente se relame ante la aproximación de un abismo que creen ingenuamente, podrán controlar. 
O entienden que la hora requiere de un gran acuerdo de gobernabilidad que garantice el futuro de los argentinos ante la situación de turbulencia de cabotaje como ante la imagen deplorable a nivel internacional o pagarán caro su egoísmo e interés sectario. 
Señores, tienen la última palabra, el pueblo espera de uds un mínimo gesto patriótico, no defrauden a la ciudadanía, puede llegar a ser la última oportunidad de demostrar que forman parte de una dirigencia madura que está a la altura de los acontecimientos complejos que están sucediendo. 

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