lunes, 8 de agosto de 2022

REPENSAR LA EDUCACIÓN PARA SU RESIGNIFICACIÓN CON CALIDAD.


Mucho se ha escrito sobre la educación, hasta podríamos considerar que ha sido sobrebundante, ya que muchas de las propuestas que se realizan son efectuadas por teóricos que muy pocas veces o jamás han pisado un aula, lo cual les otorga un marco muy científico pero totalmente alejado de lo que en realidad ocurre en las aulas.

Así las cosas es que nos hemos decidido comenzar a esbozar una visión dotada de la práctica en territorio de las vicisitudes que hacen al tema educativo en su conjunto, gralmente carente de recursos, con muchas ganas, a veces con voluntarismos, pero que poco colaboran con un mejor nivel de educación. 

Sabido es que cuando las escuelas se transfirieron desde la Nación a las Provincias fue sin recursos, excepto por unos meses a raíz del reclamo de algunos de los gobernadores, que sólo incluyó el salario docente.

Fue así como a través de la ley n° 24.049, del año 1991 se transfirieron las escuelas secundarias desde la Nación a las Provincias, complementando el trabajo iniciado en la última dictadura militar en la que se transfirieron las escuelas primarias a las provincias mediante el decreto-ley n° 21.809, sin embargo cabe hacer una aclaración: la Constitución Nacional, en su artículo 5°, le otorga a las provincias la potestad sobre la educación primaria. Nada dice, sin emabrgo, de la escuela secundaria.

Esto se remonta a la Generación del ´80, en la que el centralismo todopoderoso del Estado, aprovechó la precariedad institucional del interior para establecer mediante leyes n° 1.420 y Lainez, a través de las Escuelas Normales, un modelo de educación primaria inclusivo.

Una vez realizado un recorrido histórico por la evolución de la educación en la Argentina vemos con claridad que se impone una reforma que le otorgue una impronta adecuada a los tiempos que se viven. Que brinde a quienes transiten la educación formal la salida laboral para su realización, para obtener un futuro promisorio en nuestro país, no dilapidando los recursos humanos y presupuestarios de un país que requiere imperiosamente de una respuesta a todas las carencias y vacíos que actualmente posee nuestro país.

Se diagraman planes a la medida de un objetivo ficticio que pocas respuestas le brinda a la juventud, pocas herramientas en cuanto a la excelencia y competitividad que exige el mundo actual en constante evolución pero con claras metas de superación y desarrollo permanente ante el avance impasible de la tecnología que va acotando cada vez más las fuentes de trabajo y la consecuente realización de las personas en general, ya no solo de la juventud.

Un sistema educativo, primario y secundario que brinda un esquema de contención y aprehensión por sobre el objetivo de capacitación y preparación para un mundo que se sumerge cada día más en una competencia feroz y que encuentra a los noveles egresados del nivel medio sin las más mínimas herramientas de templanza y carácter para superar las instancias de fracaso que se le presentarán, sin ninguna duda, en la vida universitaria y/o laboral, ya que fueron "consentidos" y hasta "mimados" con instancias de recuperación de saberes y contenidos que la vida real no otorga, todo ello deriva en un constante riesgo de convertir esos fracasos en una sensación de frustración con el consecuente riesgo de comenzar a deambular sin un rumbo claro y definido que, en algunos casos podría derivar en una sensación de angustia y depresión.

Dicho esto, considero imperativo reformular el sistema educativo de modo que pueda generar esperanzas a quienes transiten por él y no que bajo el manto de una mentada inclusión que no es tal, sean la causa de generaciones enteras que quedarán excluídas de valerse por sí mismas ante la imposibilidad de ser autosuficiente a la hora de insertarse en el medio laboral, universitario, etc.

El diagnóstico está realizado con crudeza pero con el franco objetivo de comenzar a revertir la realidad de nuestra juventud. Resta que las autoridades pongan sobre la mesa todas las cartas y dejen de vender falsos paradigmas de inclusión que nada bien le hacen a los estudiantes y a la sociedad en su conjunto.

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